jueves, 13 de mayo de 2010

Marakech a Tarifa en autobús y ferry.

Marakech a Tarifa en autobús y ferry.

En la estación de autobuses todo es un poco lioso. Hasta tal punto que en un momento creo que el ticket que compré es falso. No, no. Ha sido una paranoia mía. Lo único que pasa es que el autobús que sale a las 0:00 horas es de otra compañía. El mio saldrá a la 1:00.
Paso la hora que me queda un poco aburrido y cansado.
En el autobús tengo que buscarme la vida para meter la bici y los trastos. Un tipo de la estación me ayuda. Aunque sospecho que la ayuda no es del todo interesada me dejo ayudar. Los billetes nos están numerados y por tanto es bueno que alguien te coja sitio mientras yo coloco la bici en el maletero. Todo bien. Tengo un sitio de ventanilla en la que podré apoyar la almohada hinchable y tratar de domir un poco durante el trayecto.

Le doy unas monedas a mi “ayudante” y subo al autobús.

Toda la noche de viaje. Aunque he dormido bien dos o tres horas, estoy bastabte cansado.

Gracias a que me subí el GPS sabía mas o menos donde estaba y cuanto quedaba. El único dato que tenía es que llegaríamos a Tanger por la mañana.

Hacemos múltiples paradas, Casablanca, Rabat, Kenitra, Larache, Asilah y por fin Tanger. En todas las paradas suben al autobús vendedores ambulantes que venden café, bollos, yogures... Ese fue mi desayuno.

Por fin en Tanger son las 13:30 hora local. Me he pegado mas de 12 horas en el autobus y lo único que me apetece es coger ya el ferry, pasar a España y meterme en el camping de Tarifa a descansar. Así que tras montar la bici salgo directo al puerto para enterarme de horarios y precios. Me abordan el mismo tipo de buscavidas que me dieron el coñazo en la estación de Marrakech. La verdad es que el cansancio y el sueño hicieron que bajara la guardia. Me ofrecen un billete que me cuesta unos 370 Dh (Ese es el precio oficial del viaje). Algo me mosquea y le digo, no hay trato amigo, dame mi dinero que no me fio, me voy a las taquillas. El menda me devuelve mis 400dh yo les paso el cambio y el billete y me meto en la zona de las taquillas.

Cuando le voy a pagar al tipo de la taquilla con los mismos 400dh, me enseña mi billete de 200 y me dice que eso no vale nada, que es falso.
Hijo puta!!! Me han hecho el lío el capullo de antes. Me ha dado el cambiazo por una fotocopia en color. Es verdad que algunos billetes marroquíes están muy viejos y gastados, pero era evidente que era falso. ¡Que rabia! No había tenido ningún contratiempo de este tipo en todo el viaje y me hacen el lío justo en la última operación económica que hago. Joder!!

Por fin me subo al ferry. La travesía es muy movida, hace un levante tremendo. Casi tan fuerte como el vendaval que nos despidió hace mas de un mes cuando pasamos por allí.

Ya en Tarifa, descarto el camping por el viento y me busco una habitación en una pensión del centro. Tiene tele, internet, está limpia y aunque casi regateo el precio, me reprimo. Tranqui Victor, aquí las cosas no van así.

Con el cambio horario he ganado 2 horas, así que sigue siendo la hora de comer. Me meto en un bar. Y me pido un bocata de jamón, unos pescaitos fritos y ¡UNA CERVECITA!, ¡que bien se vive en España!

Siesta tremebunda en la habitación. Y salgo a dar un paseo por el pueblo. Hace un viento tremendo. En un garito con wifi, actualizo el blog y me tomo una copa que me sienta muy bien. Jajaja!!! Me vuelvo al hotel con un ligero pedete disfrutando de mi regreso. Mañana no se aun que haré. Quizá alquile un coche para volver, quizá decida volver pedaleando, quizá autobús o quizá me quede otro día en Tarifa.

martes, 4 de mayo de 2010

Día 43 Marrakech

Día 43 Marrakech

Me levanto temprano y me voy con la a la estación de autobuses. Es un caos. En cuanto te acercas a la puerta varios “buscavidas” te abordan y te preguntan donde vas en varios idiomas. Les ignoro diciendo continuamente que no, que yo me apaño solo.
Cuando trato de acceder con la bici al interior de la estación el guardia me dice que no, que no se puede pasar con bicis. Los “buscavidas” atacan de nuevo. Dejo la bici medio atada en la puerta y me interno en busca de las taquillas. Están distribuidas por destinos, pero la la mayoría están vacías y con los carteles en árabe. Uno de los buscavidas me vuelve a preguntar en inglés.

-¿Donde vas amigo?.-
- A Casablanca, pero no hoy, solo quiero información?.-
-Sale a las 14:00 y a las 20:00 desde el andén 24 y vale 80dh.-
-¿Y él de Rabat?.-
-Sale a las 16:00 y vale 100dh.-
- Ok. Gracias, ¿hay alguno para Tanger?
-¡Ah!, no lo se, espera que ese es de otra compañía y lo lleva otro compañero.-

Llama a otro tipo que andaba por la estación y le comenta algo en árabe. El nuevo vendedor me da la información pertinente sobre el viaje que me interesaba, le doy la gracias y le digo que mañana volveré a por el billete. El insiste en que lo saque hoy para reservar a plaza. Le digo que no lo tengo aun claro y que mañana.
Al principio no me fiaba de ellos, pero el hecho de que llevaran una identificación, que no se pusieran muy pesados a mi negativa de comprar hoy, que el primero rehusara al yo cambiar de destino y que toda la conversión se mantenía delante de los dos policías que vigilan la estación me dio mas confianza. Además en estos temas la intuición me decía que no habría problema. Quizá me equivocase, pero suelo ser fiel a mi intuición.
El cometido de estos tipos es el de venderte el billete de su compañía y evitar así que se lo compres a la competencia. Los precios están cerrados pero si consiguen captarte se llevarán alguna comisión, por eso son tan pesados.

Vuelvo al hotel. Ya son mas de las 12. Me invento una historia para que el hotelero no me cobre un día mas. Le digo al tipo que no podré quedarme otra noche, que esa misma noche tengo que viajar a Tanger por que un familiar estaba enfermo y que el autobús sale a las doce de la noche. Sin ser plenamente consciente de ello acababa de trazar el plan definitivo. Según le contaba la historia al recepcionista fui diciendo en voz alta mis intenciones reales. Lo único falso era lo del familiar.

Recojo todos los trastos y me voy de nuevo hacia la estación de autobuses. Una vez allí dejo la bici en la puerta y busco la taquilla de Tanger. Vacía. Le pregunto al guarda y me remite a uno de los tipos que andan merodeando. El autobús sale a las 0:30 horas y vale 150Dh. Llega a Tanger por la mañana. Me interesa. Me enseña desde donde sale, le pago y me da el billete. Todo correcto.

Ya está. Ya tengo un plan. Mi ánimo va variando entre la sensación de alegría por volver a casa, la de fracaso por no terminar el viaje programado y la de pena por que el viaje no ha sido como imaginaba durante los muchos días de preparativos previos a nuestra salida desde Madrid.
Está claro que este tipo de proyectos nunca salen tal y como se planean, pero esta vez considero que se han producido situaciones que nunca pensé que se pudieran dar así.
De lo que no cabe duda es que todas las experiencias, tanto malas como buenas engrosan el saco de la sabiduría y eso siempre es muy positivo.

Ahora solo toca esperar a que salga el autobús. Son las 14:00 así que me vuelvo a la plaza Djemaa el Fna a comer algo y a hacer tiempo observando el ambiente. Me doy otra vuelta en bici en el zoco de la medina. Es como jugar a los marcianitos esquivando asteroides. La tarde va pasando.

Me pongo en una concurrida esquina observando el tráfico. ¡Es increíble!. Aparentemente es un caos descontrolado y muy peligroso. Después de un rato de observación voy descubriendo ciertas reglas y orden en el caos. Si lo viera el director de la DGT, le daría un infarto al momento. Bicicletas con dos personas, familias enteras de cuatro miembros subidas en un ciclomotor, carros cargados hasta los topes tirados por un burrito. Otros carros tirados por bicicletas o motos. Autobuses, taxis con 7 pasajeros, abuelos en bici, calesas de dos caballos llenas de turistas.... y por supuesto montones de peatones que se internan en la alocada corriente para llegar a la acera del otro lado.

Ya cae la noche cerrada y cuando empezaba a aburrirme se acercan a mi dos chicos, de 19 años que viven en Chefchaouen y que están de turismo en Marrakech. Pasamos un rato muy agradable y divertido chapurreando el inglés. Criticamos lo locos que están los Marrakechies y lo pesados que son. Hablamos de muchas cosas hasta que a las 23:00 me despido, tengo que ir a la estación de autobuses.

Mi viaje se acaba.

domingo, 2 de mayo de 2010

Día 42 Sidi Rahhal – Marrakech

Día 42 Sidi Rahhal – Marrakech

La noche transcurre tranquila. Solo perturbada por el croar interminable de un montón de ranas, que al finalizar dio paso al canto de un gallo loco que parecía que había tomado demasiado café y para colmo un lindo pajarito debió de tomar el mástil de la tienda como punto desde el que ensayar su agudo canto. Nada que ver con los sonidos perturbadores de la gran ciudad.

Me levanto en cuanto clarea para desmontar la tienda antes de que aparezcan los curiosos. En un momento tengo todo recogido y a buscar desayuno.
En el pueblo no hay mucho donde elegir, es temprano y solo veo abierto un baretillo desde el cual, algunos clientes, me dicen que me acerque. Así lo hago.
Comparte mesa con ellos, están tomando una especie de puré que no me apetece nada. También me ofrecen huevos duros recién cocidos y té. Me tomo dos huevos y dos tés. Ya tengo gasolina para llegar a Marrakech.

Ya en la carretera, el recorrido es casi plano, con algún que otro repecho que negocio sin problemas. Estoy a unos 50 km de Marrakech y como es temprano pretendo llegar a la hora de comer. Ufff!! Se me acaba el plazo que me he impuesto para decidir que hacer con el viaje y aun no lo tengo claro. Voy dándole mas vueltas a las neuronas que a los pedales.

Me desvío hacia Ait-Ourir, para no entrar a la ciudad por la carretera principal. Es un acierto ya que la densidad del tráfico disminuye sensiblemente y eso me permite entrar en la ciudad muy tranquilo y animado.

Sin saber como, he aparecido en plena medina de Marrakech. Menos mal que en el mapa que llevo en el GPS aparece mas o menos detallado y me recreo en recorrer sus abarrotadas calles dirigiéndome hacia el centro neurálgico de la ciudad, la plaza Djemaa el Fna.
Hace mucho calor y aun no he comido así que me siento en un chiringuito a tomar un apetitoso bocata de pinchos morunos cocinados a la brasa delante de mi. Una coca cola. Lo devoro observando a los transeúntes. Me gustaría ser capaz de describir las sensaciones que provocan estas medinas. Lo intentaré en alguna entrada al blog.

Con la barriga llena la vida siempre es de otro color y me pongo a buscar hotel. Doy vueltas por los aledaños de la plaza y me paro en uno que parece bueno. Está limpio, no tengo que subir escaleras y los baños son correctos. Me quedo. 70Dh por noche. Gestión resuelta.

Me ducho y mientras lavo algo de ropa no paro de pensar que hacer. No me apetece mucho continuar, pero tampoco tengo un objetivo claro. Quizá el iniciar la vuelta a la península pedaleando. Quizá ir hacia el sur y pasar unos días en el desierto.....

Salgo a pasear. Es la cuarta vez que estoy en Marrakech y la verdad es que ha ido perdiendo encanto. Ahora está hasta el culo de turistas incluso hay locales y teterías en las que todo sus clientes son “cristianos”. El zoco y las tiendas de la medina próximas a la famosa plaza se han convertido en una especie de parque temático de las mil y una noches en donde se venden todo tipo de recuerdos, chilabas, babuchas, gorros, teteras... objetos solo destinados al turismo.
Supongo que es la consecuencia del “Marrakech Express”. Alguien me contó que consiste en coger un vuelo low-cost el sábado por la mañana, llegar aquí en una hora y media pasar el finde y volver después de comer el domingo.
¡Una hora y media! Yo he tardado mas de 40 días. Es asombroso lo que consigue la tecnología.
Después de una visita al ciber, me voy a tomar un té. Me encuentro a tres moteros españoles equipados hasta arriba para rodar por el desierto. Nos comentamos nuestros viajes. Ellos vuelven de Dakar. Dicen que en la frontera tuvieron problemas con el visado que llevaban desde España pero que pasaron bien, pero que el mayor problema fue el calor. Yo les comento que mi intención es pedalear hasta Dakar cruzando el Sahara y me miran flipando. Cortésmente me dicen que ya es muy tarde, que el desierto hay que cruzarlo en invierno.
-Fíjate que el Rally Paris-Dakar transcurre en plano Enero. Por algo será, ¿no?.- Intuyo que no me llaman loco por que apenas me conocen, pero es lo que piensan.
Mucha gente al enterarse de viaje me ha llamado loco. Pero siempre he sabido pasar de ellos. Sin embargo, estos tipos consiguieron que realmente pensara que continuar hacia el sur era una locura de las de inconsciente.
Fue la gota que lleno mi vaso de las dudas que tengo con respecto al plan a seguir. Ya no había duda. El sur descartado al 100%

Me voy a la cama. Mañana iré a enterarme de los horarios de autobuses y tomaré una decisión.
La idea de volver a casa cada vez coge mas fuerza. Ya llevo casi 2500 km desde Madrid. No son los 6000 previstos hasta Dakar, pero a mi me valen.

Día 41 Azilal – Sidi Rahhal

Día 41 Azilal – Sidi Rahhal

Mirella monta bastante ruido, pero no me afecta. Duermo hasta las 10:00 hora española. No he cambiado el reloj en todo el tiempo que he estado en Marruecos. Mas o menos me apaño bien. Tengo claro que anochece sobre las 21:00 y que a las 20:30 como muy tarde he de tener resuelto el como pasar la noche.
Como cada día, venzo a la pereza recojo los trastos y a desayunar. Desayuno lo mismo que ayer y a la carretera.
La carretera es plana, incluso de bajada por los que los primeros kms los recorro con ligereza. Las piernas me responden bien, aunque en algún repecho las noto quejarse. Cuando ya he calentado del todo voy muy bien. Un par de paradas para hacer alguna foto y paso junto al desvío que en 16 kms me llevaría a ver las famosas cascadas de Ouzoud. Me lo pienso y decido pasar de ellas. En algún sitio he leído que es mejor no ir en fin de semana, así que me las imagino y aunque no es fin de semana decido pasar de ellas.

La carretera es muy buena, pocos coches, sube y baja suavemente y yo me siento muy bien físicamente. Todo esto permite que disfrute mucho de este tramo. Voy animando y ensimismado en mis cosas.
Mi objetivo para hoy es llegar a Demnate, aunque a este ritmo llegaré a la hora de comer. Ya veremos como llego de cansado.
Efectivamente a la hora de la comida estoy en el pueblo. Llevo 70 kms pero la verdad es que estoy bastante fresco.
Según el mapa entre Demnate y Marrakech no parece que haya ningún pueblo grande en el que pudiera haber alojamientos, da igual, para algo llevo la tienda y todos los trastos. Así que ya veremos donde acabo.

En un puesto de la medina de Demnate me tomo una coca cola y pollo asado con patatas fritas que me recargan las pilas para continuar.

El paisaje ahora se parece un poco a la Mancha española salvo que al fondo se ven las cumbres nevadas del Mgoun. Hace calor, incluso algunos campos de trigo ya están empezando a amarillear. Hemos pasado de la primavera al verano en menos de 50km. No quiero ni pensar el calor que tiene que hacer aquí en pleno julio.

En un mojón de la carretera veo una indicación que pone 30km Sidi Rahhal. Ya llevo casi 100kms así que creo que ese será el pueblo fin de etapa.

Efectivamente así hago y tal y como sospechaba en el pueblo no hay hotel ni nada parecido y tampoco consigo que nadie me ofrezca su casa. Así que me acerco al cuartel de la Gendarmerie Royal y les pregunto si puedo acampar. La policía marroquí no es como nuestra Guardia Civil. Es bastante represiva y mucho menos servicial. Me piden el pasaporte y me hacen un pequeño interrogatorio un poco acojonante, pero al final veo que la cosa va bien cambian las caras de perro de presa por sonrisas y que me dejan acampar junto al cuartel en un sitio bastante bueno.
Lo malo es que a unos 100 metros hay un improvisado campo de fútbol con un montón de niños jugando. Esperaré a que anochezca y que los niños se vayan para asearme y montar la tienda y evitar así ser el centro de atención de los nenes.

Ceno arroz con verduras. Mientras preparo la cena con toda la parafernalia del precalentamiento del hornillo multifuel, del cortar las verduras, de hervir arroz, las especias, et etc, recuerdo los buenos momentos del principio del viaje y me lamento de lo lejos que están. El viaje no se ha convertido en algo que al principio no esperaba. Así es la vida.
“La vida es como una caja de boombones. Nunca sabes lo que te va a tocar” 
 Forrest Gump