martes, 4 de mayo de 2010

Día 43 Marrakech

Día 43 Marrakech

Me levanto temprano y me voy con la a la estación de autobuses. Es un caos. En cuanto te acercas a la puerta varios “buscavidas” te abordan y te preguntan donde vas en varios idiomas. Les ignoro diciendo continuamente que no, que yo me apaño solo.
Cuando trato de acceder con la bici al interior de la estación el guardia me dice que no, que no se puede pasar con bicis. Los “buscavidas” atacan de nuevo. Dejo la bici medio atada en la puerta y me interno en busca de las taquillas. Están distribuidas por destinos, pero la la mayoría están vacías y con los carteles en árabe. Uno de los buscavidas me vuelve a preguntar en inglés.

-¿Donde vas amigo?.-
- A Casablanca, pero no hoy, solo quiero información?.-
-Sale a las 14:00 y a las 20:00 desde el andén 24 y vale 80dh.-
-¿Y él de Rabat?.-
-Sale a las 16:00 y vale 100dh.-
- Ok. Gracias, ¿hay alguno para Tanger?
-¡Ah!, no lo se, espera que ese es de otra compañía y lo lleva otro compañero.-

Llama a otro tipo que andaba por la estación y le comenta algo en árabe. El nuevo vendedor me da la información pertinente sobre el viaje que me interesaba, le doy la gracias y le digo que mañana volveré a por el billete. El insiste en que lo saque hoy para reservar a plaza. Le digo que no lo tengo aun claro y que mañana.
Al principio no me fiaba de ellos, pero el hecho de que llevaran una identificación, que no se pusieran muy pesados a mi negativa de comprar hoy, que el primero rehusara al yo cambiar de destino y que toda la conversión se mantenía delante de los dos policías que vigilan la estación me dio mas confianza. Además en estos temas la intuición me decía que no habría problema. Quizá me equivocase, pero suelo ser fiel a mi intuición.
El cometido de estos tipos es el de venderte el billete de su compañía y evitar así que se lo compres a la competencia. Los precios están cerrados pero si consiguen captarte se llevarán alguna comisión, por eso son tan pesados.

Vuelvo al hotel. Ya son mas de las 12. Me invento una historia para que el hotelero no me cobre un día mas. Le digo al tipo que no podré quedarme otra noche, que esa misma noche tengo que viajar a Tanger por que un familiar estaba enfermo y que el autobús sale a las doce de la noche. Sin ser plenamente consciente de ello acababa de trazar el plan definitivo. Según le contaba la historia al recepcionista fui diciendo en voz alta mis intenciones reales. Lo único falso era lo del familiar.

Recojo todos los trastos y me voy de nuevo hacia la estación de autobuses. Una vez allí dejo la bici en la puerta y busco la taquilla de Tanger. Vacía. Le pregunto al guarda y me remite a uno de los tipos que andan merodeando. El autobús sale a las 0:30 horas y vale 150Dh. Llega a Tanger por la mañana. Me interesa. Me enseña desde donde sale, le pago y me da el billete. Todo correcto.

Ya está. Ya tengo un plan. Mi ánimo va variando entre la sensación de alegría por volver a casa, la de fracaso por no terminar el viaje programado y la de pena por que el viaje no ha sido como imaginaba durante los muchos días de preparativos previos a nuestra salida desde Madrid.
Está claro que este tipo de proyectos nunca salen tal y como se planean, pero esta vez considero que se han producido situaciones que nunca pensé que se pudieran dar así.
De lo que no cabe duda es que todas las experiencias, tanto malas como buenas engrosan el saco de la sabiduría y eso siempre es muy positivo.

Ahora solo toca esperar a que salga el autobús. Son las 14:00 así que me vuelvo a la plaza Djemaa el Fna a comer algo y a hacer tiempo observando el ambiente. Me doy otra vuelta en bici en el zoco de la medina. Es como jugar a los marcianitos esquivando asteroides. La tarde va pasando.

Me pongo en una concurrida esquina observando el tráfico. ¡Es increíble!. Aparentemente es un caos descontrolado y muy peligroso. Después de un rato de observación voy descubriendo ciertas reglas y orden en el caos. Si lo viera el director de la DGT, le daría un infarto al momento. Bicicletas con dos personas, familias enteras de cuatro miembros subidas en un ciclomotor, carros cargados hasta los topes tirados por un burrito. Otros carros tirados por bicicletas o motos. Autobuses, taxis con 7 pasajeros, abuelos en bici, calesas de dos caballos llenas de turistas.... y por supuesto montones de peatones que se internan en la alocada corriente para llegar a la acera del otro lado.

Ya cae la noche cerrada y cuando empezaba a aburrirme se acercan a mi dos chicos, de 19 años que viven en Chefchaouen y que están de turismo en Marrakech. Pasamos un rato muy agradable y divertido chapurreando el inglés. Criticamos lo locos que están los Marrakechies y lo pesados que son. Hablamos de muchas cosas hasta que a las 23:00 me despido, tengo que ir a la estación de autobuses.

Mi viaje se acaba.

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